Existe en Cantabria un Consorcio de Piscinas que se creó en su día para llevar a cabo la construcción de las mismas en cinco términos municipales: Val de San Vicente, Torrelavega, Marina de Cudeyo, Ribamontán al Mar y Colindres.
La financiación de la construcción y explotación de las piscinas corre a cargo de los impuestos de los ciudadanos de Cantabria, es decir, a cargo del presupuesto del Gobierno de Cantabria. Permitidme el orden empleado. Es para evitar posibles erróneas interpretaciones de procedencia etérea de los dineros.
La decisión de la inversión en estos lugares corre a cargo del Gobierno, que es el representante de los ciudadanos. La solicitud de inversión la deciden los Alcaldes en sus municipios con el consentimiento de los Consejeros.
¿Y los criterios? Los criterios no existen. Al menos con un sentido global, con un sentido de región. Los criterios municipales pueden ser:
o El capricho del Alcalde de turno que, sin motivos justificados, lo lleva prometiendo durante varias legislaturas.
o La envidia o falta de ideas (si la hacen a ti, también quiero una para mí)
o Una piscina dará muchos votos etc., etc., etc.
Es decir, que no hay criterios estudiados y meditados. Digo que no existen porque si existiesen estarían contemplados dentro de un plan justificado, racional y coherente. Y la coherencia brilla por su ausencia: no hay más que fijarse en las ubicaciones y advertir lo llamativa que resulta la decisión de construir sendas piscinas en los Ayuntamientos vecinos de Marina de Cudeyo y Ribamontán al Mar. En fin, criterios “pensados”.
Cuando utilizas tus bienes te puedes dar los caprichos que quieras, siempre y cuando respetes los derechos de los demás y los límites socialmente impuestos. Ahora bien, cuando utilizas los de todos tienes que justificar meticulosamente la inversión y explotación. Cuando se está hablando de más de treinta millones de euros en construcción y explotación de piscinas y, en algunos casos, con un déficit respetable, se debe justificar ese coste social. No vale pensar que el que venga detrás lo arregle o apechugue con ello.
En estos tiempos, no cabe cargar a Ayuntamientos con infraestructuras que indudablemente generarán pérdidas cuando ya soportan un déficit considerable Se está machacando a los ciudadanos: ¿por qué quieren hacer una piscina en cada patio cuando uno linda con otro y todos los vecinos caben en una piscina? ; ¿qué pasaría si todos los Alcaldes quisieran una piscina climatizada en sus Ayuntamientos?
Los estudios de viabilidad, en los casos que conozco, son pesimistas. Los criterios no existen. ¿Quién pone freno a los caprichos? Yo no puedo. Espero que sea la reflexión.
Loredo, 14 de Enero de 2011